Richter tocando a CHOPIN
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Babelia, el suplemento literario de El País, publica hoy, viernes 6 de septiembre de 2008, un artículo-entrevista con Daniel Pennac, el más conocido novelista francés de la actualidad. No se habla de música en ningún momento, y sin embargo no es difícil apreciar similitudes con una realidad que tan bien conocemos en Musikeon, especialmente en nuestro departamento de formación. La entrevista está vinculada a su último libro, Chagrin d’école (“Mal de escuela”, ed. Mondadori) y prácticamente todo el texto vierte, de un modo u otro, sobre la educación, un tema que Pennac —que fue durante años profesor de secundaria— conoce de primera mano.
Comenta Pennac acerca de las constantes críticas que se dirigen al mundo de la enseñanza: “Todo puede resumirse en esa frase mil veces repetida que afirma que el alumno carece de bases sólidas. ¡Es lo mismo que decir que la culpa no es mía! El profesor de primaria se queja de la guardería y de que los padres no educan a sus hijos, pero el de secundaria cree que el de primaria no ha hecho bien su trabajo. Cuando aprueban por fin el bachillerato siguen sin tener buenos cimientos y los catedráticos de universidad se quejan de cómo les llegan los alumnos a las aulas. Los padres creen que la culpa es de los profesores, éstos arremeten contra el ministerio que se queja del Mayo del 68 o de lo que haga falta. ¡La culpa siempre es de los otros! Es un proceso de chivoexpiación global que impide hablar de nada y sobre todo intentar arreglar algo”. Inmejorable. Cambiad “primaria” por “grado elemental”; “secundaria” por “grado medio” (o “enseñanzas profesionales”, o lo que queráis); y “universidad” por “grado superior”, y todo se ajusta como un guante a lo que oímos a diario en la enseñanza de la música. ¡Cuántas veces oímos quejas, quejas globales que van más allá de lo estrictamente musical y parecen alimentadas, por encima de todo, por el miedo ante los cambios que nos rodean. Y con acierto comenta Octavi Martí, autor del artículo: “Ese miedo lo alimenta el poder, la prensa, la sociedad toda. Es importante tener culpables y en la escuela todos los escalafones encuentran su culpable: el otro”.
Otros muchas afirmaciones de Pennac se pueden trasladar fácilmente al terreno musical, como cuando arremete contra un sistema de enseñanza que espera crear personas conscientes y maduras a partir de una lógica “cuantitativa y cronológica”, basada en la repetición y en la acumulación de datos e incapaz de hacer amar los objetos de estudio. Y no menos familiares nos suenan las palabras que reserva a “esos análisis forenses que acaban con cualquier deseo” preguntándose con ironía: “¿quién quiere hacer el amor con un cadáver?” De todo el texto, sin embargo, nos quedamos con el emocionado recuerdo que el novelista francés dedica a sus propios años de estudiante, cuando él era un alumno torpe, siempre el último de la clase. Un pozo del cual supo rescatarle la autoestima recobrada gracias al amor de un chica encontrada en un curso de teatro y, sobre todo, la intuición de un profesor de lengua francesa, que ante ese adolescente “desastroso, incapaz de comprender las normas más elementales de la gramática y la ortografía” tuvo una intuición genial: “Me liberó de preguntas y exámenes pero me exigió que escribiera una novela. Era una responsabilidad nueva y extraordinaria”. Hoy, ante las ventas millonarias de Pennac en todo el mundo, es fácil decir que ésa fue una decisión acertada. Pero pensemos en cuantas otras situaciones la pedagogía necesita precisamente esa capacidad de adaptarse a la situación de cada alumno y construir respuestas que le den confianza, le hagan creer en sus posibilidades y le permitan conocerse a sí mismo. Eso es enseñar: formar personas y creer en el futuro.
IES San José Badajoz